lunes, 14 de diciembre de 2009

Esos famosos gris gastado

Con los años, aprendí a distinguirlos. A veces no era fácil por su intento (siempre) desesperado de parecer normales. Y otras, bastaba con echarles un vistazo rápido para no tener ninguna duda.

Siempre me fascinaron, sobre todo aquellos que se rasgaban sólo con una mirada. Esos cuyo tejido se deshilachaba haciéndose pedacitos. Los calzoncillos desgastados. Una cultura de masas, descripción inequívoca de quien los lleva y pieza clave para el desarrollo de cualquier personalidad que se precie.

Mis favoritos, sin lugar a dudas, son esos famosos gris gastado. En realidad, siempre dudé si eran gris gastado o amarillo pastel pálido, pero de todos modos me resultaban fascinantes. Con esa gomita a cachos casi inexistente, imposible de sujetarse ni a la cintura de una mosca. No importa la talla, el modelo o el color originales: todos acaban pareciendo iguales. Desgastados, sin sujeción y con algún que otro agujerillo camuflado. Ah! y sin olvidar esos con botoncitos -son una monada- para poder tenerlo todo más a mano. ¡Qué gran invento!

Además, ¿qué hay de la relación con el dueño? Un consejo: jamás obligues a elegir, pues seguro tu serás la desechada (/o). Existe un vínculo inquebrantable, miles de momentos inolvidables les unen, y eso es algo contra lo que es inútil luchar. Así que desde aquí les pido, sigan usándolos pero con moderación y mucho amor.

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