viernes, 16 de abril de 2010

Mamá, me he hecho mayor...

(A mi madre)


Sé que a lo largo de mi vida he hecho cosas extrañas. Difíciles de comprender, quizá. Me he pasado la vida, sin darme cuenta, usando tippex en papel reciclado. Y simplemente, no funciona. Pero al fin y al cabo esa soy yo mamá, una maraña de crecientes dudas, golpeando unas contra otras como renacuajos en un bote de cristal esperando a ser admirados o incluso rescatados. Pero como me dijeron alguna vez, a las penas puñaladas.

Siempre he infravalorado toda la ayuda que me has prestado. Tus consejos y todos los sacrificios que has hecho por mí. Por nosotros. Te quiero. Nunca te he dado las gracias. Ahora tengo un trabajo que me permite tener mi propio espacio y desde la distancia todo se ve diferente… Me he hecho mayor. Ya soy independiente, y como decía él: “Nunca serás independiente hasta que no seas económicamente independiente”. Y… ¡Ahora lo soy! —¡quién te lo iba a decir…!—. Es todo por ti.

Tampoco nunca te he dicho lo feliz que me hace tu nueva vida. Me alegro tanto…

Muchas gracias por tu amor definitivo mamá. Y es que, al final, eso es lo único que importa sobre el parqué.

jueves, 15 de abril de 2010

Los matices terracota

Siempre me sorprendía la gente que conocía allí. Era increíble, inexplicable. Casi como un imán, ese lugar concentraba a la gente más variopinta que jamás he visto. A veces, incluso, pensaba que era todo producto de mi, más que libre, imaginación. Me recordaba un poco a la fauna de aquel antro en la zona norte de Londres, nunca sabía lo que me iba a encontrar pero ninguna vez me defraudó.

Quizá suene curioso pero me encanta sentarme a verlas pasar, o mejor dicho, a verlos pasar… Es un mundo paralelo dónde no importa nada excepto los cruces de miradas. ¡Dios! Como me encanta la inventiva subterránea. Imaginar sus vidas cual Amelie, eso sí, sin fotomatón y con esa voz cantarina de fondo, casi hipnotizante.

Y es que bajo tierra todo se ve diferente…

lunes, 12 de abril de 2010

Non bis in idem

Y se sentó allí, a escucharla crecer, abrirse al sol. Era perfecta. Cada detalle, cada parte, por diminuta que fuera, le inspiraba. Su composición era pulcra y sin fisuras.

Mientras la observaba, soñaba con mudarse pronto a aquella casita de madera de la montaña, inspirada en un libro de arquitectura que alguien le dejó.

A veces, insegura, trataba de controlar todo lo que pasaba. No podía. Y es que al final, ya no sabía si el mundo giraba muy rápido o era ella la que era incapaz de detenerse. El tiempo pasaba sin titubear, era fulminante, radical como un hachazo. Sabía que lo tenía todo. Demasiadas facilidades y nada que decir, se había quedado muda. Le habían arrancado el corazón de cuajo, en seco y sin avisar.

Y en la única cosa en la que podía pensar era en aquello que ella le dijo alguna vez: “La ciudad no se va a callar por ti”.

— Vomité. —dijo.
— ¿Cuándo? —respondió.
— ¿Cómo cuándo? Cuando lo supe... —replicó.

domingo, 11 de abril de 2010

burn, burn

"Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida, mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas".

Jack Kerouak- On the Road