martes, 17 de noviembre de 2009

Queridos miopes del mundo,

Hoy me quiero dirigir a vosotros para felicitaros. Ayer caminando por la calle me di cuenta de esas pequeñas cosas que sólo nos pasan a los miopes. ¡Qué divertida es nuestra existencia! Y ¡qué bonito! Qué bonito es ir la playa con tus amigos y unas cervezas para disfrutar del sol y del mar. Esas cosas que hacen tan especial el verano. Y quedarte en el mar sola gozando de un baño bajo el sol veraniego amando la vida.

Pero sin duda, lo mejor es no saber volver a tu toalla porque, simplemente, no la ves. Porque sabes que si te bañas con gafas las perderás. Así que, como todo miope playero que se precie, te guías por las sombrillas. Escoges una (normalmente siempre es esa de color naranja butano de los ‘70 que año tras año sigue estando ahí…) que te servirá de referencia y te adentras en el mar sabiendo que quizá no vuelvas a ver a tus amigos (ni a las cervezas fresquitas). Aunque siempre alivia saber que ellos gritarán tu nombre –o quizá no, para verte dar vueltas los graciosos- cuando te vean pasar justo por delante y se den cuenta que te has perdido (otra vez).

También miopes debo felicitaros por vuestra entereza cuando al acabar el día, cansados, os dirigís a vuestro coche. Recuerdas más o menos dónde lo aparcaste. Pero eres incapaz de verlo ni a dos metros de distancia. Y es que, para más inri, fuiste tan inteligente de comprarlo negro –por aquello de hacerlo más fácil de encontrar.

Así que te pasas horas dando vueltas para un lado y luego para el otro por la calle dónde crees que lo aparcaste apretando el dichoso botoncito “abrir” del mando de las llaves para ver si así tu coche te hace alguna señal de socorro.

Y al final, ya no sabes si estás en la calle correcta o no, tu coche no te hace ninguna señal y te olvidaste de fijar una referencia para poder volver a tu coche negro camuflado.

¡Felicidades por tener una vida plena, a oscuras, pero plena!

P.S: si se operan, yo lo entenderé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario