jueves, 15 de abril de 2010

Los matices terracota

Siempre me sorprendía la gente que conocía allí. Era increíble, inexplicable. Casi como un imán, ese lugar concentraba a la gente más variopinta que jamás he visto. A veces, incluso, pensaba que era todo producto de mi, más que libre, imaginación. Me recordaba un poco a la fauna de aquel antro en la zona norte de Londres, nunca sabía lo que me iba a encontrar pero ninguna vez me defraudó.

Quizá suene curioso pero me encanta sentarme a verlas pasar, o mejor dicho, a verlos pasar… Es un mundo paralelo dónde no importa nada excepto los cruces de miradas. ¡Dios! Como me encanta la inventiva subterránea. Imaginar sus vidas cual Amelie, eso sí, sin fotomatón y con esa voz cantarina de fondo, casi hipnotizante.

Y es que bajo tierra todo se ve diferente…

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