Nuevos aires
llegaban mientras los antiguos y ojerosos vientos, aquellos que nos dejaron
ante el abismo solamente para probar si seriamos capaces de dejarnos caer, se
marchaban lentamente dejando a su paso la calma obligada después de la gran
tempestad.
Apaciguados los
cielos, todo parecía mucho más real; más tangible; más auténtico, pero también mucho
menos incuestionable. Sentía que cada vez que miraba hacia el cielo aquella
tormenta podría taparlo de nuevo. Sin avisar. Sin embargo, había aprendido una lección
importante de todo aquello: ante el abismo, cuando el aire puro llena nuestros pulmones, solo hay dos posibilidades: dejarse caer y morir o confiar en que la
luz que siempre guío nuestro camino vuelva reluciente, cegadora, más fuerte que
nunca para poder así desplegar las alas y volar de nuevo.
Del mundo opaco y
casi onírico en el que se vio sumergido durante los últimos cinco meses aprendió
que huir no conducía a nada sin un completo entendimiento del verbo huir, porque
cambiar de lugar no significa forzosamente huir. Aprendió que el drenaje de
nuestras dudas se produce gradualmente y que la belleza de lo que nos envuelve
depende de aquello que poseemos en nuestro interior, pues actuamos como un
espejo, percibimos el mundo físico tal y como lo imaginamos dentro de nuestros
corazones.
De la misma forma, con
los nuevos vientos se abrieron las compuertas de los habitáculos donde todas
las ideas de la época oscura
fueron encerradas. Las palabras que nunca se dijeron fueron finalmente
pronunciadas. Y aquellas visiones difusas fueron de nuevo recordadas, como
aquella en la que un hombre le echaba las cartas una tarde lluviosa de julio.
Solo tres cartas: la muerte, la emperatriz y el enjuiciamiento. Por ese orden.
Real como la vida misma. Con claridad vio que el destino tenía preparado para él
un plan maravilloso.
Y entonces,
entendiendo el valor efímero de todo lo que nos rodea, decidió saltar al abismo
con el único fin de poder volar más alto y más lejos.
Finalmente, comprendió
que la lección última es siempre confiar en uno mismo.
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